Vistas de página en total

11 de agosto de 2007

INDÍGENAS EMBERÁ KATÍO EN SANTA RITA

DEL RESGUARDO JAIDUKAMA Área: 1.371.30.Hectáreas, Etnia: EMBERÁ KATÍOS, Población:268(AÑO 2004), Familias 25 Los rasgos culturales y el sistema de representación de la etnia presenta las mismas características del pueblo Emberá. Desde esa perspectiva, en los primeros tiempos los animales eran gente sobre la tierra y los Emberá convivían con ellos en igualdad de condiciones. El intercambio de productos y elementos entre las especies garantizaban la supervivencia de todos, pero los animales que tenían el agua y el fuego, no compartían estos bienes con los otros habitantes, por lo tanto Ankoré (Dios que sacó al mundo de su pensamiento) los convirtió definitivamente en animales como castigo a ese egoísmo. Es a partir de esos acontecimientos que se inicia en el mundo Emberá la diferencia entre naturaleza y cultura, cuando los Emberá quedan en posesión de los elementos que conforman la vida humana. De este modo, el origen del imaginario Emberá estará muy ligado a la vida de los animales Los relatos del origen cuentan: "Los animales eran hijos de Dios, y cada uno le entregó algo necesario para la vida con el fin de probarles el corazón. Por ejemplo, al lagarto Jimón, una de sus hijas, le dio el fuego. Al Kumbarrá (una oropéndola) el banano. Al zorro negro la caña, a la hormiga getzerá (paraponera clavata) el agua, y así sucesivamente, Dios envió al tucán Pichí (Pterosglosusu sanguineus), su ayudante y compañero, a cortar leña para mantener el fuego, pero trajo unos palos que no sirvieron. Entonces tenía que mandar frecuentemente al Pichí a pedir candela. Un día el lagarto jimón (o lagona) muy molesto le negó el fuego, pues consideraba que su papá debería cuidarlo como ella lo atendía: a media noche, cuando trataba de apagarse se levantaba para atizarlo, ¿Porqué su papá no hacía lo mismo? Ante tal situación, el Pichí le solicitó al Jimón que por lo menos le permitiera calentarse, y se quedó junto al fogón con las alas extendidas. En un descuido del lagarto cogió el fuego con las alas y en la puntica del guayuco se fue volando. Por tal motivo esas partes del Tulcan son rojas". "Como al marido de la laguna le gustaba pescar, un día Ankoreba (Caragabí) se convirtió en un sábalo grandísimo y subió por la quebrada aprovechado una creciente. El lagarto colocaba catangas (trampas de cestería) para coger los peces. Cuando lo vio, sólo quiso pescar este sábalo enorme. Finalmente lo agarró y en la playa le pegaba con un palo, pero los ojos del pez siempre se movían. Sin embargo le extrajo las vísceras para que su mujer lo ahumara. Cuando el jimón fue a recoger leña para el fogón, el sábalo buscó por toda la casa la ´varilla´ y la piedra de fuego hasta encontrarla. Al regreso del Jimón, el sábalo ya se había transformado en Caragabí y lo regañó por mezquinar el fuego. Con un tizón le quemó el cuello y le tiró al monte. Desde entonces quedó convertida en animal y lleva la marca que le hizo Ankoré. El fuego lo repartió el Dios sol entre la gente" "En otra ocasión que Ankoreba había trabajado mucho y tenía sed, le fue a pedir guarapo de caña al zorro negro, pero le ofreció una bebida que ya estaba pasada, lo cual le produjo mucha rabia. Por lo tanto, lo tiró al monte dejándolo convertido en animal. Ahora, para comer caña o hacer guarapo, tiene que robarla. "La hormiga Conga o Getzerá vivía en el Kuipo o jenené, que es árbol más grande y liviano de la selva. Cuando la gente preguntaba por el agua, ella respondía que cogieran el rocío que estaba sobre las hojas, pero en verdad el agua estaba dentro del kuipo. Ante tal situación los animales-gente llamaron a Caragabí y le contaron sus infortunios. Entonces el Dios-sol mandó al tominejo, su mensajero, a recorrer la región para espiar a la dueña del agua. De esta manera constató la mentira de la conga". Un día, Caragabí y el Tucán la estaban esperando al pie del Kuipo. El agua la traía en la boca desde la copa del árbol; ante la negativa y la mentira, Dios le aprieta la cintura para que suelte el agua (por tal motivo la hormiga conga quedó delgadita de esta parte y siempre lleva una gota de agua en la boca). En seguida, todos los animales-gente estaban reunidos para tumbar el Kuipo o Jenené, pero por la noche el sapo con su lengua curaba las heridas de árbol. En consecuencia, los animales-gente estaban muy aburridos de perder el trabajo, pues todos los días tenían que comenzar de nuevo, hasta que un mico nocturno encargado por Caragabí, averiguó lo que sucedía. Por tal motivo, cogió al sapo y le dio un puntapié, cuando cayó al suelo quedó panco, culi-chupado y de boca aplastada, tal como son ahora. "Finalmente el Jenené cae a los cinco días, pero no se extiende sobre la tierra, ya que las frondas quedan atrapadas entre las lianas. Después de varias conjeturas y propuestas, Caragabí manda un mico a dar hachazo definitivo. Sin embargo él no puede, como tampoco los otros primates. Se trataba de propinar el tajo definitivo y bajar rápidamente hasta llegar al ligar seguro, porque el colosal derrumbe inundaría la tierra. La prueba consistía en arribar a la cima de una lomita antes que el hacha tocara el suelo. Debido al fracaso de los micos las esperanzas pasaron a los otros seres arbóricos. Así todas las miradas pérdidas, de un momento a otro se encontraron en la más pequeña de las ardillas, puesto que sólo ella puede correr boca abajo por los troncos y las ramas de los árboles. En últimas logra realizar la misión. Desde la cima de las lomas, todos reunidos sintieron como los ecos de la caída del árbol eran rumor de aguas corrientes. Los vaivenes trépidamente del tronco y las ramas cogían un ritmo sinuoso que se extendía sobre la tierra formando ríos y quebradas. La raíz, al emerger de sus profundidades al inmenso cielo se deshizo en movimientos infinitos que iban creando el océano. De esta manera el agua fue repartida por el mundo" Estos relatos permiten una compresión amplia de la importancia del agua en la cultura Emberá. El río es el elemento que posibilita las interrelaciones de los hombres entre sí y de los hombres con la naturaleza. El río es naturaleza, pero también es cultura. Sin los ríos la comunidad Emberá, tal vez, no existiría como tal.(La niña que se observa entre los indígenas es Natalia Moreno Muriel, hoy estudiante de Derecho de la Universidad de Medellín y la jovencita Marcela Gómez Builes, odontóloga de la Universidad de Antioquia, actualmente realiza estudios en Brasil).j.c.m.