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13 de diciembre de 2010

Los Mazo, tan unidos en vida como para despedirse( Tomado de elcolombiano.com)

CON TEMPLO LLENO y un difícil silencio decembrino en el parque principal, habitantes de Bello acompañaron ayer el adiós a ocho miembros de la familia Mazo, oriunda de Ituango. Todavía falta rescatar a la madre y abuela. León J. Saldarriaga L.
Bello
Publicado el 11 de diciembre de 2010
La solidaridad se siente por montones en La Gabriela Muy cerca del sitio clave en el rescate Que no se apague la luz de la solidaridad
Bello le dio el último adiós a los MazoCon respeto por el dolor de la familia de Santa Rita que acogieron hace varios años y que vieron crecer a tres generaciones, los bellanitas despidieron ayer a ocho miembros de Los Mazo, en una ceremonia que inundó las naves del templo y silenció el parque.
Junto al altar estaban dispuestos los ocho féretros, entre ellos uno blanco y más pequeño, que guardaba el cuerpo de un bebé y el que atraía más miradas cubiertas de sollozos.

"Conviertan sus lágrimas en un orgullo para sus hermanos, demuéstrenles que agradecen lo que Dios les prestó", se escuchó de los concelebrantes: el párroco de Santa Rita (Ituango), Bernardo Gallego; y el sacerdote de la familia, Germán Mazo, quien trabaja en Bogotá.
Por su cercanía con Los Mazo, la despedida tuvo un toque más personal, porque ambos conocían a esos seres laboriosos.
"Ellos quieren verlos echar para adelante, siéntanse orgullosos que Dios les haya dado una familia que les enseñó a vivir", dijeron.
Como exhortación para derrotar la tristeza que invadía a los asistentes al templo, uno de los concelebrantes dijo: "Demuéstrenles que ustedes siguen siendo verracos. Mientras estemos en este mundo debemos estar preparados para el fin de la existencia".
Las palabras cargadas de esperanza les dieron serenidad, pero los coros los conmovieron más: "Allá, donde tu estás, ya no hay dolor...".
Amigos y parientes estuvieron todo el tiempo de pie para despedir a Alba Nidia, Julián, Vilma, Sandra, Mauricio, Uber, Santiago y Juan Manuel, a quienes la muerte se llevó reunidos.
Y Claudia Mazo, quien por cosas de Dios se salvó de perecer en la avalancha, evoca que los primeros miembros de su familia llegaron hace muchos años de Santa Rita a radicarse en La Gabriela, donde el grupo creció, igual que la casa en que vivían.
Con el trabajo de todos montaron e hicieron crecer una fábrica de colchones que ocupaba la primera planta de una edificación de tres pisos, en la que laboraban casi todos. En los dos restantes vivía la numerosa familia.
Ese lugar los convocaba en cualquier época del año. Por eso la mamá de Claudia, Luz Marina Rodríguez (quien aún no aparece), había llegado hace una semana de Ituango a pasar la Navidad con su nieto Juan Manuel y con Mónica Martínez, quien tenía una intervención quirúrgica.
La tarde de la tragedia, Alba Nidia acababa de llegar de Robledo con Julián, su bebé, a visitar a la madre y a almorzar con el grupo.
Allí también estaban el matrimonio de Sandra y Uber; el pequeño Santiago y su tío Mauricio; y Vilma con su niño Juan Manuel, quien justo hoy cumpliría 10 años de edad.
Claudia no sabe en cuál piso se encontraban porque el edificio era la casa de todos, y varios hogares compartían bajo el mismo techo.
Tampoco puede explicar por qué no fue al almuerzo, si para ella era una cita inevitable de todos los domingos. "Estábamos acostumbrados a reunirnos, era la primera vez que faltaba a un almuerzo con ellos", anota.
Con tristeza, pero con convicción, ella trata de justificar el drama de los suyos: "Era un grupo muy unido, tanto que se fueron juntos".
Un sepelio de cinco adultos y tres menores
Muy sentido fue el adiós a los integrantes de la familia Mazo que perecieron en la tragedia de La Gabriela, y cuyos cuerpos fueron rescatados porque está pendiente el de Luz Marina Rodríguez.
En el templo de la parroquia Nuestra Señora del Rosario se cumplió la ceremonia exequial conjunta de Alba Nidia Mazo Rodríguez, de 36 años; de su niño, Julián Serna Mazo, de dos años; de Vilma Yaidenis Mazo Rodríguez, de 25; de su hijo, Juan Manuel Mazo Rodríguez, de 10 años; de Sandra Janed Mazo Rodríguez, de 32; de su esposo, Uber Emilson García Arango, de 33 años; de Mauricio Alberto Mazo Rodríguez, de 21 años; y de Santiago García Mazo, de 11 años. Los cuerpos fueron sepultados en Jardines de la Fe.



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